PLAYAS | La Desembocadura de La Barra
LAS PLAYAS
Las playas de Punta del Este son nuestro máximo símbolo de la democracia. Una vez que los pies hacen contacto con las distintas texturas de la arena, cuando se siente el viento cálido o frío, cuando el cuerpo se relaja y descansa en la naturaleza, ahí sentimos la unidad. Cuando somos testigos del milagro de la vida renaciendo y cuando se esconde el sol y los turistas aplauden, es cuando nos damos cuenta que todos somos hermanos.
Al ver las olas, al cerrar los ojos y escuchar su continuo sonido es cuando tenemos la certeza de que somos parte de algo más grande, un granito de arena, un rayito de sol, un amor de verano. La playa siempre estuvo y siempre estará.
Deseamos con todas nuestras fuerzas que la educación prevalezca y podamos seguir siendo ejemplo de respeto a la naturaleza en el mundo y promover el cuidado de las playas que tanto nos ofrecen.
LA DESEMBOCADURA DE LA BARRA
La Desembocadura es un lugar que se visita para encontrar diferentes experiencias, reflexionar acerca de objetivos, sueños, fantasías, encontrar huecos de verano durante los inviernos, y disfrutar todo el año.
Es un lugar que parece escenario de un cuadro dalinesco y cada día hay algún tipo de sorpresa en su paisaje cambiante. El banco de arena va mutando y con ello la danza de las aves, la presencia de los cangrejos, los patos, los peces y otros animales que vienen y se van.
Es que como lo marca el nombre, es una desembocadura entre dos mundos. El mundo del agua salada y el mundo de las aguas dulces. Es por esto que la playa es una síntesis de opuestos que se unen para formar una de las playas con más variabilidad de paisajes. La mezcla del fluir de las dos aguas, logran bancos de arena que cada día se esculpen de manera distinta, a veces forman pequeños archipiélagos donde la gente nada para sentir la experiencia de caminar en una isla efímera que al otro día probablemente desaparecerá.
Los atardeceres siempre dorados se esconden entre los árboles, los artistas locales inspiran el alma con los aces de luz, los pescadores contemplan calmos el paisaje mientras consiguen la abundancia, los perros se bañan, los niños juegan y construyen visiones con la arena. El viento que sopla siempre menos que en su playa aledaña. Los autos pasan por el puente ondulante, mientras los cuerpos gozan de la vitamina del calor más sano del balneario y la gente va y viene, como el agua pasando de un estado a otro.