Y LO SEXUAL ?
El placer asociado a lo sexual, como hemos visto, se ha transformado en uno de los más grandes desafíos a la evolución y elevación de la cultura, que necesita de la búsqueda de la trascendencia para lograr su avance, quedando entonces amenazada si se produce un vuelco masivo hacia lo gozoso como sentido existencial humano.
El reemplazo de lo sexual “placentero” por la comida “placentera” ha sido un intento de solución, ya que gozar comiendo no es incompatible con la búsqueda de lo trascendente, pero se produjo una consecuencia muy desagradable además de peligrosa para la salud como es la obesidad.
Es en ese sentido que hemos considerado a la deformación humana provocada por el sobrepeso como un resultado o producto cultural.
Si volcamos ahora nuestra mirada sobre el abordaje que el hombre hace sobre su identidad sexual, ¿Nos encontraremos con alteraciones de la naturaleza provocadas desde la cultura como en el caso de la obesidad?
Repasemos algunos conceptos para ver hacia donde nos conducen.
Por lo general, nuestra concepción cultural de la identidad sexual comprende tres alternativas:
- La heterosexualidad.
- La homosexualidad.
- La bisexualidad
Cada uno de nosotros podrá en principio encuadrarse en alguna de las alternativas propuestas.
Si antes sosteníamos que los formadores, referentes y representantes institucionales de lo cultural intentaron controlar la sexualidad “moralizándola” y retornándola en lo posible a su función reproductiva, o aceptándola desde otro lugar, como resultado de un amor estable, profundo y duradero entre un hombre y una mujer, no nos quedará duda alguna que de las tres alternativas, la primera será tomada como la más sana, la deseable y considerada como la alternativa normal.
La segunda y la tercera alternativa, si bien en la actualidad por la gran presión social, son cada vez más toleradas, están lejos de ser aceptadas como posibilidades naturales y saludables de vivir la vida afectiva y sexual.
¿Y qué significa pertenecer a alguna de las tres categorías?.
Basicamente, ser heterosexual supone una atracción erótica por las personas del otro sexo y un rechazo o indiferencia erótica por las personas del mismo sexo.
Ser homosexual, en cambio, vuelca la atracción por las personas del mismo sexo y el rechazo erótico por las del otro sexo.
El bisexual puede sentir atracción por cualquiera de los dos sexos.
Las personas heterosexuales, por lo general, muestran un rechazo “natural” hacia el contacto genital con las personas de su mismo sexo, a pesar de que no sienten ningún rechazo hacia el contacto con sus propios genitales.
Al homosexual, en cambio, lo identificamos como alguien que siente repulsión “natural” hacia el contacto íntimo con las personas del otro sexo.
Acentúo el término “natural”, ya que me pregunto si ese rechazo especialmente a los órganos sexuales de uno u otro sexo, será algo genético o nuevamente es el efecto de la presión del modelo cultural sobre la naturaleza humana.
Hace no mucho más de treinta años, los hombres por lo general se saludaban dándose un apretón de manos.
Ver a dos hombres besándose en el saludo, era objeto de burla y asociación de femineidad o poca virilidad, y obvia alusión a la homosexualidad.
Hoy, los modelos han cambiado y es aceptado sin ningún reparo el saludo masculino con un beso. ¿Qué ocurrió para que ya no sintamos “asco” de besar a otro hombre? ¿Se habrá modificado la genética?.
¿Serán los genitales, órganos biológicamente “asquerosos” para un sexo y muy atractivos para el otro? ¿Cómo ocurrirá este fenómeno, por ejemplo en el caso de la heterosexualidad, de sentir tanto rechazo por el cuerpo de las otras personas de nuestro mismo sexo, pero no de nuestro propio cuerpo?.
Nuestra cultura nos insta a descalificar la belleza del cuerpo humano, considerando tal atracción como superficial o frívola en comparación a lo valioso y profundo del pensamiento o los sentimientos. Sin embargo acepta nuestra admiración por la belleza de la naturaleza.
¿Porqué es deseable y señal de gran sensibilidad el que pueda admirar y disfrutar de la belleza de una flor, y no lo es que admire la belleza de la desnudez de un cuerpo humano?.
¿No es acaso la flor, el órgano sexual de la planta?
¿Sabrá esa señora prejuiciosa y cerrada respecto a lo sexual, que se horroriza ante la visión de los genitales humanos, pero que se siente muy sensible y delicada cuando regala unas hermosas flores, que lo que lleva entre sus manos, son órganos sexuales de la naturaleza?.
¿Porqué será que el perfume de esa flor nos resulta exquisito y el de los genitales rechazante? ¿Condicionamiento cultural?.
¿Será efectivamente que la identidad y pertenencia sexual está en nuestra naturaleza o será este un efecto de la cultura sobre las posibilidades naturales de atracción del hombre?.
Si observamos la conducta de un bebe, encontraremos que éste no discrimina a las personas por su sexo. Quien lo estimule satisfactoriamente, le provocará placer, independientemente del sexo que posea.
Cada parte de nuestro cuerpo puede provocar sensaciones de placer al ser estimulada, y a su vez se pueden percibir sensaciones placenteras al contactarse con las distintas partes del cuerpo del otro.
La educación, la moralización, los prejuicios, los miedos, las culpas, pueden ejercer una gran presión para que nos ubiquemos en el lugar de lo esperable o en una posición mucho más cuestionada y controvertida.
Desde esta perspectiva, podríamos considerar que el hombre nace sencillamente “sexual”. No es hetero ni homo biológicamente hablando y su única sexualidad real es la de su género.
A partir de allí podría acercarse naturalmente a quien lo atrajera, independientemente del sexo que posea.
Esto no niega que cada persona pueda poseer una atracción selectiva, haciendo que cada uno tenga naturalmente sus predilecciones y preferencias.
Las categorías de identidad sexual serían entonces deformaciones que la cultura crea contra la naturaleza humana, que al igual que la obesidad puede acarrear conflictos, disfunciones y trastornos a veces graves en la vida de muchas personas.
No debe ser casual que los trastornos de la alimentación y las disfunciones y conflictos sexuales figuran en los primeros puestos en el ranking de los padecimientos psicosomáticos.
Nuevamente nuestra naturaleza parece entrar en conflicto con los intereses de la evolución y desarrollo del hombre como ser superior en nuestro planeta Tierra.
¿Cómo se vivirá mejor, siendo cada vez más desarrollados, o más naturales y espontáneos?.
¿Aceptar la neurosis en beneficio de la cultura, no es también aceptar la enfermedad en beneficio de la salud?.
¿Ud. qué opina?
Un turista apasionado